Quiero contar un hecho que tuvo lugar hace varios meses, concretamente en febrero de 2014 en el que tuvo lugar la celebración de un cumpleaños que no terminó muy bien, por algunas personas que lo hicieron desafortunado, todo hay que decirlo.
Ya de por sí la noche no comenzó bien, por lo menos para mí y una amiga, que quedamos antes para subir una compra a su casa y un rato más tarde se suponía que tenía que venir otra persona. Al ver que no llegaba y estaba incomunicada nos pusimos en contacto con otra que iba al cumpleaños mientras decidíamos dar una vuelta para hacer tiempo, y esa persona no fue capaz de decirnos que la persona a la que habíamos estado esperando estaba con ella a pesar de haber quedado con nosotros. Nos llevamos una grata sorpresa al llegar a la pizzería y descubrir que solamente faltábamos los que estábamos haciendo tiempo porque pensábamos que la gente no había llegado al no ponerse en contacto, ni siquiera por la que celebraba el cumpleaños. Fue entonces cuando estuve a punto de largarme a mí casa debido al cabreo, pero aún así pasé por respeto a mí amiga, que si no allí se quedaban y las daban por culo al resto.
Durante la cena todo siguió su curso natural, unas cuantas risas naturales mezcladas con risas fingidas mientras se hablaba de qué se haría posteriormente antes de ir a plaza, cosa que no convenció a una de las invitadas y no dudó en mostrar su desagrado en el restaurante y en el lugar dónde estuvieron durante un corto período de tiempo. De mala leche puso a la cumpleañera ya que al no agradarle la gente que había allí comenzó a meter prisas para que se largaran el resto, dónde no iríamos dos de los que habíamos ido a la cena. Otra de ellas estaba de acuerdo y amenazaron con irse solas, por lo que no les quedó otra que ceder al "chantaje" e irse.
Si ya de por si estaba algo cabreado, lo que ocurrió unas horas más tarde colmó el vaso. Los que nos quedamos en el garaje no queríamos ir a plaza, pero tras gustarle a unos compañeros dos chicas que se fueron nos vimos obligados a ir. Y comenzaron los grandes problemas. Ya cuando llamamos a Laura por teléfono se podía escuchar a la otra de fondo diciendo que no fuéramos y que nos quedásemos dónde estábamos. No sé quién leches se creería que es cuando ella esa noche ni pinchaba ni cortaba. Para su desgracia, fueron a pasar al local que estaba justo a nuestra espalda y nos encontraron, momento en el que nos "juntamos", ya que las del restaurante iban por su lado y el resto por el nuestro, aunque si es cierto que nos pusimos a hablar con Laura y Sara, aunque ésta última adelantó un momento y las perdimos de vista a todas. Laura se volvió un poco paranoica por no encontrarlas, ni cinco minutos habían pasado pero bueno. Pasamos a un local y nos lo recorrimos hasta abajo, pero no vimos a nadie, aunque supuestamente la de la mala leche si nos vio y pasamos de ella, mentira. Una vez fuera, el magnífico teléfono de Laura se encendió y recibió una llamada de la que le siguió el rollo a la otra, y aquí es dónde comenzaron a vocear y resulta que estaban en la puerta de donde habíamos pasado, vamos que una vez fuera las vimos de frente. Parecían tener un humor de perros y no dudaron en gritarle a mi amiga que si había ido con ellas no se tenía que separar de ellas e irse con nosotros. Ahí fue cuando mi otra amiga y yo no aguantamos más y explotamos, raro en mí me puse a dar cuatro voces allí mandándolas a freír pimientos mientras que sujetaban a mi amiga porque si no las cruza la cara.
Respeto fue lo que tuvimos y nos fuimos por no liarla, algo que no se puede decir de ellas. Cuál fue nuestra sorpresa al recibir una llamada de Laura diciendo que la esperásemos, que había tenido un altercado y se iba a su casa junto con una de las que la montó. Educación volvimos a tener y las esperamos, a pesar de que yo no quería, pero una vez más cuando llegaron a nuestro encuentro Laura se paró para contarnos lo sucedido mientras la otra seguía hacia delante sin cruzar palabra con nadie. Y así el largo camino hasta que llegó el punto en el que se separó y no tuvimos que aguantarla el resto de la noche dónde nos lo pasamos bien, como no, sin su presencia.